Eranse los 80’s, tiempos en que Pedro Navaja en la voz de Rubén Blades, causaba respeto y admiración al sonar la canción, y en aquellos tiempos no eran muy comunes las muertes por robo, sólo las pasionales o las de borrachera. Los toldos, los naitafon y los saraos en el club Irhe Intel eran los puntos de ejecución a tres calibres; machete, navaja y puñal; de manera que para pensar en matar a alguien tenías que haberlo pensado muy bien dándole las suficientes vueltas al asunto, ya que tenías la posibilidad de errar y ser atrapado o agarrado a puñetes si no lograbas tu cometido.
Con el problema de los RBD en Multiplaza y la anarquía que reinó con aquel suceso que fue producto de un efecto sicológico grupal sobre unos chiquilos arrepinchosos a causa de la adrenalina que el miedo les produjo por ver la película «La Monja» , que debió ser muy buena para crear tanto alboroto. Los chiquillos habían entrado en un estado de euforia provocado por el pavor; pobrecitos ellos, sólo estaban bajo los efectos del cortisol, la adrenalina y la espirulina. Recordemos que lo mismo le ocurrió a sus padres en los 80’s cuando vieron Tiburón y el Exorcista, el miedo, la ignorancia y la falta de discernimiento y educación les hicieron aflorar también esas emociones primas, o sea que el mal ya venía de familia.
Circula en redes un vídeo donde supuestamente los jóvenes que protagonizaron una trifulca en el cine reconocen ser los responsables del incidente. Las autoridades investigan la veracidad del video. pic.twitter.com/NGkmnnAGvr
— Grupo Elite 507 (@grupoelite507) September 8, 2018
Luego aparecen los supuestos pelaos en las redes (se nota que son pelaitos culicagaos) diciendo ser los autores, «autores» dicen del pandemonium, y amenazan a todos los programas de TV de la farándula. Claro en los tiempos de las mamases y papases de los 80’s el filo de las correas ya hubiera caído en esos cuerpecitos de pieles morenas y blandas lamiéndolos con sabrosura haciéndolos saltar de alegría como en Multiplaza.
En áfrica las guerrillas lavan el cerebro a los niños para colocarles un arma entre las manos
En una sociedad donde un arma está en manos de menores de edad y que al parecer son los que más asaltan tiendas y negocios, porque los jovenes de mayor edad se dedican a la venta de drogas; lo que es señal del tipo de mentalidad emprendedora del mundo chacal…cero interés por incluirse en la sociedad, ya todo se quedó en el narconegocio y sino, a robar, porque no se sienten parte de la sociedad…ah, pero nunca ir sin un arma encima.
Un arma de fuego es todo lo que se necesita hoy día, ya que un arma blanca como en los tiempos de antes es mucho riesgo, te pueden agarrar a puñete como se ha visto en varios sucesos en el Metro. Además cuando no tienen arma te dicen que conocen a un cabecilla de banda que sí tiene una. Y pensamos si realmente son valientes o cobardes estos pelaitos al tener un arma de fuego.
Niños iraquies con armas de plástico, y nosotros antes jugabamos a los Vaqueros.
Ahora, ¿Qué tal sí en Panamá nunca se hubiesen diseminado las armas de fuego por culpa de la invasión? Invasión que sí no hubiese ocurrido hoy día estaríamos igual en violencia que Venezuela y razón por la que los norteamericanos hace mucho tiempo hubiesen recuperado el canal para sí mismos, por la inseguridad que hubiese existido, pero les salió mal el cálculo.
Si no hubiesen armas en Panamá hubiese reinado el filo y ser maliante o chacal tenía que ser un asunto de respeto, ya que no cualquiera hubiese tenido un arma blanca en las calles y los policías tuviesen a raya el hampa. Hoy día habrían detectores de metal en el Metro y en las terminales de metrobus. Los panameños comunes estuviesen ocupando cuanta escuela de artes marciales existiese y serían famosos los Karate Kids por ahí, entre yeyesitos y gente del pueblo, con torneos hasta internacionales ¿Y los interioranos?; ellos felices con su colín envainado y respetados por cualquier maliantito que evitase un duelo de espadas con un montuno.
Oh Machete…hubieras sido el ídolo de esta generación
Pero debido a las armas de fuego hoy día cualquiera es valiente detrás de un gatillo, muchachos tan flacos y desnutridos que en el pasado sólo les hubiese quedado aprender boxeo inspirados por Roberto Durán y de hecho, hubiesen estado en los gimnasios practicando boxeo para defenderse por su debilidad en la categoría peso pluma. Pero hoy detrás de un arma son poderosos como Goku mezclados con el henkidama de la cocaína. Usan zapatillas delicadas por dentro como la piel de una oveja y sus piecesitos son como los de los bebés, suaves pero llenos de maldad.
Tampoco tendríamos a jovenes mangakas soñadores del anime haciendo cosplays decorativos y acrobáticos, ya que todos los poderes de las cómicas tuviesen que ponerse en práctica en la vida real contra los chacalitos y sus punzantes armas, no valdrían rayos de poder, ni truenos de brujería metafísica, ni cartas tiradas al aire para neutralizar a los chacalines. No existiesen Powerclubs para rellenar de músculos a los tipos, sino gimnasios de lucha libre para poner esos músculos a trabajar en la defensa personal.
Qué bonita es la fantasía…me van a odiar mis amigos mangakas.
Cómo hubiera sido este Panamá, si no hubiesen existido armas de fuego doblando con violencia las tiernas muñequitas de pelaos desnutridos en azúcar que apretando con sus deditos rústicos gatillos han de sentirse poderosos. Son estas cosas las que hacen de la sociedad una locura con desigualdades anchamente bizarras. La violencia y el engrandecimiento de los jovenes de nuestros sectores de bajos estratos (por qué escribo así como si fuese periódico) que con un arma entre manos creen que pueden contrarrestar con furia a una sociedad que los ignora y que desde mucho antes de tocar un arma intentan sobresalir irrumpiendo en un centro comercial porque sólo les queda la violencia para ser visibles. Por su calidad de pobreza equivocamente envidian a los que tienen, a quienes sí están trabajando y avanzando por el país, sacrificándose como debe ser (aunque el sacrificio no debería ser) para que con el recorte en impuesto de sus salarios el gobierno los use en malacostumbrar a estos eternos delincuentes con subsidios.
Sería formidable obligarlos a pasar por la Escuela Vocacional de Chapala, donde las iniciativas inclusivas con sistemas de corrección realistas y productivas para enderezar a esta juventud chacal que no sabe nada de cómo ganarse la vida se haga efectiva. Pero siguen así amparados detrás de un arma que si se las quitasen llorarían y pidiesen ayuda como niñas con ropita delicada; cara y bonita, limpia y perfumada al gobierno, creando reggaetones de desigualdad, convirtiéndose en víctimas marginadas. Pero como vemos; las leyes protegen bien al menor inspirados en los derechos del niño y que como tal fue el producto del miedo del gobierno democrático de Guillermo Endara en apretarles las tuercas desde temprano abogando por usar una Policía Nacional endeble y políticamente correcta, y ¡Ay! de las leyes que le quitaron la autoridad a los padres.
Método educativo inductivo del siglo pasado, la inducción de chancletazos que endereza chiquillos.
Sin armas la Suntracs se apoderaría de ellos y le servirían a los partidos para poner más delincuentes en puestos de gobierno al manipular juventudes en ignorancia. Sin armas no existiesen bandas, ya que para ser bravos habría que tirar puñete limpio y tirar cuchillo, buscarían trabajo porque al no existir las armas la humildad sería el arma que mejor valor existiese en manos de esta equivocada juventud. Listo, hasta aquí escribo porque sino…me voy de largo. Chao gente…reflexiones aqui en HeragTV pa´la pipul.
Puntos finales
En Estados Unidos los fabricantes de armas, debido a que ya está envejeciendo la generación que les compraba han puesto a rodar un trending de «regalar armas a los jovenes», tanto que en Walmart se puede comprar una por 130 dolares, vienen hasta en colores rosa para las niñas y ya se han registrado muertes entre niños por este nuevo movimiento, estimándose que a futuro habrá 25 muertes por semana relacionadas con el acceso a armas; suena tan increíble como los niños en Colombia y sus bebidas alcoholizadas para consumo infantil. Punto.