22 de diciembre de 2024

De cómo en la mujer panameña nació el gusto por la cerveza

En nuestro mundo moderno lo que antes eran frases célebres y selectas hoy son textos memísticos como aquel que dice que los 80’s fue la generación que vió todos los cambios en el mundo desde el punto de vista de la tecnología, porque se pasó de lo análogo a lo digital y también fue el punto de partida de muchos cambios sociales movidos por los medios de comunicación de ese entonces y que se reprodujeron en el comportamiento y costumbres de la gente y entre ellos tenemos la evolución de la mujer en su consumo de cerveza, guaro, chirrisco, mojitos, Corona, etc. y de eso vamos a hablar hoy, de como el marketing ha hecho a los hígados de las mujeres rivales del de los hombres en el mundo moderno, y nos pondremos a encontrar los origenes de como empezó la empinadera de codo femenino en Panamá.

La cerveza en los 80’s


A principios del siglo pasado el intelectualismo surgió en Europa y a la par del ambiente de burdel, la mujer de ciudad ya había roto con los convencionalismos de tomar licor, los mismos que aún se conservaban en América
Como niño bien portado crecí en un país conservador, donde difícilmente se podía ver a una mujer panameña con una cerveza en la mano, debido a esa herencia católica de pueblo que toda mujer que viene o proviene del área rural, o que ha sido educada como dama obedece. Las cantinas de pueblo eran lugares donde, si veías una mujer metiéndole al alcohol, era; o la puta del pueblo o la machorra cuyo estrecho convivio social lo hacía acompañada de los hombres en las cantinas, los cuales se refrescaban de las labores del trabajo duro, pintorescas escenas que veías sí conoces el interior de esa década.

Más adelante en el mismo siglo; tanto en burdeles, como en tabernas y más adelante en los hogares, las mujeres eran quienes agradablemente brindaban el líquido como una forma de atención especial a sus esposos.

¿Ya entienden por qué la cerveza alemana tiene estas costumbres casi acrobáticas?

A las mujeres panameñas no les daba el mínimo interés por la cerveza, ya que era un asunto social exclusivo de hombres. En cambio, en las esquinas de los barrios humildes de la ciudad se podía ver a las mujeres de bajos estratos y sin educación despreocupadas con su cerveza fría en mano, ya que no tenían vínculos sociales, ni morales con el cristianismo, ni las familias tradicionales, así que podían darse esa libertad junto a los hombres en el ocio dominguero, entre el sao, el pesca’o frito y la música latina.

Pero todo empezó a cambiar en Panamá con la llegada de la inmigración colombiana, que en los 80’s modificó la idiosincracia local, y la mujer se influenció de forma directa. ¿Por qué? Porque al ingresar las mujeres colombianas copiosamente al país estas practicaban la prostitución y el vínculo entre el licor y las cantinas, bares y la permisividad del gobierno al no poder regular esta actividad de alguna manera ponía a la mujer común panameña a sentir que debía competir con aquella nueva ola de mujeres colombianas, que también buscaron maridos, por lo que nuestras mujeres panameñas empezaron a sentir que tenían que ser más flexibles y pegárseles a sus hombres para retenerlos en casa compartiendo el hábito de tomar cerveza o acompañandolos a los clubes, todo por cuidarlos y monitorearlos de cualquier tentación, pero la deliberada participación de la mujer en los alcoholes por sí misma y por voluntad y placer propio no llegaba, hasta que se empezó a independizar en los 90’s. Me da risa esa palabra; alcoholes, porque suena fina y literaria.

Los 90’s y el alcohol llegó a los hogares

No había visto el armadillo en medio, creía que era una churuca

Si de hecho en los pasados 80’s en los hogares se tomaban las bebidas masculinas por excelencia como el Gin Caballito y el Seco Herrerano con leche, y podiamos decir que a pesar de haber alcohol en las reuniones familiares y darse coloquios sobre política y actualidad a un mejor nivel que hoy, existía la limitación de que no teníamos mucha información; una información tan variada como para ponernos en desacuerdo. Me pierdo de adrede, volvamos a lo de la mujer y el licor.
La mujer de casa aún no tomaba y era recatada, hasta que llegó Escalona, la novela colombiana de corte folclórico como primera influencia del vallenato de Colombia en nuestra tierra y de paso aquella música ayudó a que sintasemos simpatía por las costumbres colombianas y nos modificó socialmente y la mujer empezó a adaptarse por cultura a la fuerte influencia del consumo de licor, muy practicada como ya venía ocurriendo, por las colombianas que emigraban para Panamá.
Además una anécdota personal que viví en esos años 90’s y que ayuda mucho a esta percepción de consumo y que describe lo que vendría a ser el punto de partida de la mujer en el mundo de las bebidas alegres ocurría en los carnavales de 1995. El actual presidente Varela y Lorena Castillo estaban regalando cajas y cajas de cerveza en los carnavales de Las Tablas y botellas de seco Herrerano, cosa que desde pelaito se me grabó en la cabeza, porque en esos entonces sabía que ella era presentadora de noticias y ese día me cayeron bien los dos, porque regalaban seco y cerveza como quien regala juguetes. Populismo etílico.

En los carnavales de esos días las muchachas no se emborrachaban, sólo se tomaban una o dos pintas como mucho, pero si gustaban de algún pelao le metían al valor, de la misma forma que los hombres y todo cogía más sinvergüenzura y lo único que se perdía era el respeto pueblerino y el bochinche de las meteconas mujeres de tuna que a cantalante trituraban entre sus gargantas los  «inmorales» actos de los demás. De hecho cabe observar que desde siempre en toda fiesta, desde los toques de música típica a los de discoteca en esos años las muchachas no doblaban el codo con facilidad, ser dama tenía su valor, vasito de Coca-cola, soda de naranja o Ginger Ale. ¡Las mujeres no necesitaban de guaro para divertirse!

Y eso se entiende, porque sin mujeres no había diversión, ellas eran la razón de las fiestas, así que iban sin mucha presión social, ya que siempre existiría un caballero de piernas audaces para sacarla a bailar a la pista. De esta forma al proliferarse las discotecas cuyos nombres fueron pesados en Panamá (Patatus, Backkus, Caribe, Rock Café) floreció la promoción de los Ladies Night, chicas toda la noche gratis y hasta recibían tragos más accesibles como cortesía. De manera que esta era la forma en que los dueños de discotecas usaban el elemento de la presencia femenina como gancho para que los hombres gastaran todo el dinero que pudiesen para conocer a las pelas sin los dueños gastar tanto en slogans publicitarios, y el antro disfrutaba desfalcando las quincenas de los muchachos. ¡Chuleta! La sociedad nuestra daba para esos lujos, y ahora como que las cosas no andan para esos suicidios de cartera.

La ola del libetinaje del marketing mundial

Lamento tener que usar esa frase libertinaje, pero todo cae dentro de los comportamientos sociales de adaptación a los modos y costumbres de consumo, más que de costumbres culturales y me pongo serio, pero es culpa del estudio que trae el tema. En los 80’s para una mujer existían los cocteles o martinis, elecciones del pasado que tenían un nombre muy de macho cosmopolita como para seducirle el oído al mercado femenino para introducirlas en el consumo de bebidas alcohólicas.

Tras la liberación femenina, fumar fue un hábito que se fue transformando en estatus, gracias al cine.

La participación de la mujer en el consumo el licor ocurrió de forma escalonada socialmente, imperceptible y más acorde a su independencia y nivel económico, que estaba logrando por sí misma, lo que influenciaba al resto de mujeres menos representativas. No ocurría como el el caso del tabaco en los años 20’s donde los cigarrillos hicieron aparición a la par de la primera ola del feminismo, las tabacaleras aprovecharon aquellas independencias he indujeron a las mujeres a no sentir vergüenza por fumar, mezclando el consumo de cigarrillos con la emancipación de la mujer. Ya que anteriormente a esto, el fumar era considerado vicio de prostitutas. El tosco y antihigiénico consumo del cigarro se vistió de clase y estilo para influenciar a la mujer en el consumo del tabaco.
En el presente contamos con que el tabaco mata más a mujeres de cáncer de pumón, que el cáncer de seno, las mujeres son mucho más propensas al cáncer de pulmón que los hombres y que la mitad del cáncer de vejiga lo adquiere la mujer bajo el consumo del tabaco.
El consumo de licor en la mujer no fue objeto de una manipulación cruda y directa de la publicidad como lo fue el tabaco, que fue tan incisiva como cuando en 1929 la asociación americana del tabaco le pagó a un grupo de mujeres para que marchasen fumando por la 5ta avenida en Nueva york; ¡Qué sagaz era la mafia norteamericana del tabaco! Volvamos al licor; aunque en los 90′ existía Cheers, una comedia que se desarrollaba en un bar coloquial de Nueva York, lo más plausible en referencia a las costumbres adquiridas como mencionabamos antes lo fue F r i e n d s, la serie juvenil, que también se desarrollaba en un café-bar amistoso, pero la cerveza era el centro de las más significativas conversaciones entre los jovenes de la serie. Y como sabemos el programa lo consumían mayormente nuestros preadolescentes.

Product placement efectivo y rentable, Sierra Nevada Pale Ale, cerveza artesanal desde tiempos inmemoriables.

Pero estamos hablando muy macro. Para nosotros los jóvenes masculinos panameños, en los 90’s aparecieron los Pub’s Herrerano, atrayendo a los más culicagaos, bajando el nivel de consumo de alcohol a niños de 13 años. Porque los más chiquitos veían como cool que los muchachos que ya estrenaban cédula podían entrar en un pub Herrerano y el verlos tomar seco a diestra y siniestra les llamaba la atención y para lograr esa experiencia se compraban una botella a escondidas siendo menores de edad para tripear el asunto, de manera que se fue bajando automáticamente la edad para empezar a tomar. De esta manera vamos observando como se fueron influenciando también las mujeres en el consumo del licor, uno al cual una década atrás no le mostraban interés.

Y las jovencitas, de la sidra de año nuevo pasaron al Night Train o baja panti, el licor adecuado para las mujeres, un vino dulce e inofensivo que empezaba a dibujar sonrisas y brotar carcajadas en las muchachitas. Si bien en los 90’s ocurrió la entrada de Panamá a la experiencia mundial en cuanto a costumbres alcohólicas foráneas ocasionada por la apertura de mercado y con ello la introducción al país de bebidas adaptadas al nivel de alcohol que podían tolerar los, hasta entonces una vez considerados inocentes y menuditos hígados vírgenes de nuestras mujeres; y para ellas fueron creadas las bebidas con bajo nivel alcohólico, las breezers, al mismo tiempo que por otra parte empezaron a aparecer los cigarrillos light.

2000 el siglo donde todos podíamos tomar con libertad


De la mujer Panameña haber pasado a ser tomadora social, y ya participar del licor de forma independiente, aquello no vino como un hecho aislado sólo por el consumo, sino de su participación tanto social como laboral. Desde este engranaje que comenzó a tocar a la juventud notamos que, con la adquisición de empresas nacionales de licor por empresarios extranjeros, especialmente colombianos, llegó el bombardeo dirigido exclusivamente hacia la juventud, que era la nueva fuerza laboral, para consumir cerveza, rodeando a toda actividad juvenil; surf, carnavales, fiestas playeras y discotequeras se hicieron de la exclusividad en los comerciales de cervezas. La Cáscara fue el principal difusor de la publicidad dirijida a la juventud. De esta manera la mujer ya se incluyó como parte activa del consumo de cerveza desde edades tempranas.

Y las obligatorias estrategias de Ladies Nights de los 90’s ya no son necesarias para atraer al consumo, ya la mujer toma tanto como los hombres, y sus hígados han demostrado ser tan resistentes al alcohol como el de cualquier obrero del Suntracs. En el nuevo milenio se desarrollaron tantos productos licoreros como los tequilas, los mojitos, las cervezas Corona, el Bayley’s y actualmente las cervezas artesanales (deliciosas) en un mundo equitativo en el consumo del alcohol en las mujeres, lo que es comprensible. Vivimos tiempos de igualdades en esfuerzos laborales, tanto intelectual, como en el impacto del diario vivir social y la cerveza es un producto que alivia muchas necesidades ante el estrés de la vida moderna, que incluyen a la mujer.

Al contrario del tabaco, la cerveza beneficia a la mujer de diversas formas, siempre que no tome como los obreros de la construcción. En diferentes etapas de su vida, como por ejemplo, el embarazo, la lactancia, la menopausia o la vejez. Pero claro, no en exceso, repetimos.

Cerveza, salud y espontaneidad


La cerveza es una bebida fermentada, de baja graduación alcohólica, elaborada a partir de ingredientes naturales (agua, cebada y lúpulo), con bajo contenido calórico y diversos nutrientes como vitaminas del grupo B (especialmente ácido fólico), fibra y minerales (silicio, potasio, magnesio y poco sodio). La cerveza es una importante fuente de ácido fólico, una vitamina que se recomienda tomar cuando se comienza a planear el embarazo porque disminuye el riesgo de malformaciones congénitas en el bebé. La osteoporosis es el tipo más común de enfermedad ósea en la mujer y se caracteriza por una escasa masa ósea y alteraciones microarquitectónicas que dan lugar a fragilidad ósea y al consiguiente incremento de facturas. Según algunas investigaciones, hay varios nutrientes que tienen gran importancia sobre la masa ósea, y algunos de ellos los podemos encontrar en la cerveza. Ya entendemos porque los vikingos no andaban con vainas para beber cerveza acompañados de sus mujeres.

Saint Patrick’s Day. Nada más qué decir, solo igualdad de alcoholes para todos.

Y para terminar, en mi opinión y observación personal, la cerveza ha llegado para también desmantelar aquel cuco social de que las mujeres son más educadas y correctas que el hombre en cuanto a sus impulsos socioagresivos y de conducta. La cerveza nos ha llegado para que tengamos una comprensión más certera de que tanto hombres como mujeres, bajo la desinhibición de los alcoholes nos hacemos reales. Ya no estamos en los tiempos de la soda blanca, la mujer que observaba a los hombres conversar de temas propios con una sonrisa de aceptación, ya la mujer forma parte social de esos centros de conversaciones con cerveza de jarra en mano, el mundo real, chabacano, directo y loco que por espontaneidad disfrutamos; así que mujeres, a tomarse sus buenas pintas para que se les salga el diablo que llevan dentro.

¡Salud!

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