Chorrereando en pleno mediodía nos encontramos con más arte, esta vez otros murales así bien nutridos de pincel folklórico en el restaurante La Cazuela, que queda un poco más allá del parque Feullet, frente a la calle del Pio Pio, Le piet piet como le llamamos los frenes para sentirnos gourmet al comer ahí. Dentro del restaurante vimos dos imponentes murales que decoraban y acentuaban con sumo peso la inequívoca raíz del ruralismo e identidad Chorrerana. Contemplamos estos artes y al hacerlo nos nació hacerles una crítica de arte que son más ganas de joder que otra vaina. Les transportarémos a este bizarro viaje de galería urbana que captamos con la camarita del Fotoplop.
La Cazuela es un restaurante de comidas criollas que hace la excepción entre tanto mall plástico de Westland, OnDGo y el surgir del esporádico modernismo en La Chorrera, lléguese aquí y encontrará un fresco menú de comidas típicamente interioranas.
Llegamos y milagrosamente nos dejaron espacio para captar el mural sin ninguna cabeza almorzadora que obstruyera los sutiles detalles del pintoresco mural. Este mural fue pintado por Dago, como de cariño le llamamos al artista que lo plasmó dentro de La Cazuela, y de quien ya vimos otra muestra de su arte en la cantina Panamá Oeste (link) .
Empezando con nuestras observaciones artísticas a primera vista nos llamaron la atención los peldaños, rocas, monolitos…como quieran llamarles, que lo que subliminalmente nos dicen es ¡HAMBRE! porque lo que termina uno viendo son barras de Snickers.
Las Lajas que flanquean el chorro, perfectamente planas son producto de un breve curso de Photoshop que hizo el pintor, nótense los repetidos «copy paste» con que han sido pintadas una alrededor de la otra, todas igualitas.
El chorro de la Chorrera del mural es un chorro silencioso y profundo…porque tiene el fenómeno de no echar espuma. La idea pudo ser de Dago, que habrá sugerido pintar el chorro tan calmo como un lago, o a lo mejor se quiso ahorrar el detalle. La plácida perfección de delineado que continúa en la falda del chorro nos habla de otra tendencia digital…
…porque además del «copy Paste» el artista Dago aplicó la tecla de guión bajo_____________.
Piedras imparables en el tiempo, cuatro»copy paste» más que vencen la gravedad y que los merachos agradecen para pasar de un lado al otro del chorro y sobre estos un tronco que es buena materia prima para crearle un troncomóvil a Pedro Picapiedra.
Arboles prehistóricos que retoñan imitan los brotes de poroto del experimento del laboratorio de ciencias…eso pensaba yo, que no eran árboles normales o que tambien podían ser una especie que tenía asociación conmutativa con los halcones, que se posaban en sus ramas dobladas para divisar a sus presas.
Al otro extremo tenemos otro amplio mural…con un paisaje de una geografía digna de envidiar a los parajes de El señor de los anillos, por lo que tanta fantasía en un relieve no nos hace más que describirla, y empecemos. Las señoras no hacen bulto, porque no tapan grandes detalles.
De la larga meseta brotan finos e hilados manantiales suicidas desde lo alto de la nada. ¿De dónde proviene el agua? Sólo Dios sabe.
Una trinidad de palmeras parecen nacer del segundo piso de esta cabaña interiorana, es notable que es una casa de barro, con lacios cabellos de pencas seca, pasados por un perfecto blower. Los pinos otoñales atrás florecen porque es difícil identificar sus características ramas en las que parece haber quedado trabado el amarillo sol mientras amanecía.
Este extracto es un área que resuelve algunos misterios, recordémos que Dago es amante de DaVinci. ¿Recuerdan el sol trabado en el árbol de pino? Es un misterio que queda sin resolver por lo que al parecer alguíen lo reemplazó con un sol neon surgiendo del alba. Ahora miremos la línea blanca de fondo en las faldas de la montaña, esto resuelve la incógnita de porqué cae agua del risco sin un aparente origen, esta línea nos dice que esta es la continuidad del mural del Chorro de la Chorrera de arriba.
Hay algo especial en este mural y es que Dago le ha impreso un efecto de atardecer tan sugestivo que ya me pone triste, a mi los atardeceres me deprimen desde chiquito, debe ser porque a esa hora se iban las cómicas y llegaban los noticieros llenos de malas noticias. En este segmento del mural tenemos unos arboles oscuros muy extraños a los que sólo se me ocurre llamarles simplemente, los arbustos brochetas. No, no es la firma de Dago, la de él esta acá…
Afuera del restaurante hay un banner con la foto de un -al parecer anterior arte del chorro pintado por Dago- véase su firma en rojo. El acabado de esta réplica es más pincelado, más alegre, aquí es mediodía, las piedras son más orgánicas, el chorro es realmente bullicioso y alegres gotas de agua surgen como peces de la superficie hasta alcanzar alturas de 12 metros. Me pregunto si la horqueta aquella a mitad de la cascada sigue hoy día ahí como puente para merachos. Un nuevo árbol domina el chorro y al fondo gigantescos helechos iguales en tamaño a los que existían en los tiempos prehistóricos. Un último detalle o fenómeno, las gotas de agua suspendidas en el aire al parecer toman mucho tiempo en ese estado anti-gravitatorio, lo dicen los surcos que aparecen bajo ellas al correr el agua del famoso chorro de la Chorrera. Hasta aquí nuestro análisis crítico de critica pictórica urbana en los alrededores de Chorrera. Esperamos más arte en un futuro. ¡Chopsuey!