Del arte contemporáneo a veces no digo nada, porque me dicen los críticos que es cualquier vaina y después llega el momento hippie donde me explican con un punto democrático-socialista de homogénea permisividad y con amplitud de mente los puntos que hacen que llegar a hablar de arte sea como hablar de religión, perdonando y justificando por fé; deduciendo que entender el arte no es para todos. Me comí bucas comas de adrede.
¿Un mapa o una obra de arte…cual más complicado de entender?
Pero hace un rato me puse a pensar en qué se siente estar en el lugar de quienes aprecian o compran arte moderno, pero de aquel que nadie entiende, preguntándome si lo comprenden porque en sí les produce emociones o sí hay algo en esos artes en que se identifican ellos. Cuando estaba pelaito me identificaba con los juguetes, por el hecho de poseerlo y que fuese mío. Fuera de ellos también tenía fijación por muchas cosas raras u objetos que no son normales, de materiales primitivos.
Así los tomaba y fabricaba campesinos con barro y ramas de palo y con sombreros hechos de tapones de plástico. O sólo contemplar y gustarme emotivamente un molino metálico de juguete sólo porque las aspas le daban vueltas hipnóticamente movido por un motor que tenía dentro. Tanta era mi curiosidad por él, que hasta me corté intentando tocarle esas aspas mientras giraban. Todas esas cosas son las que tengo en mis recuerdos infantiles como objetos de interés y lo tomo como mi primera apreciación del arte por cosas abstractas o no funcionales.
Luego crecemos un poquito más y aplicamos; con las herramientas de la escuela; crayones, masilla y pintura el arte propio y que luego evolucionara hasta hacer garabatos en algún cuaderno, como cuando a los 4 años dibujé un patrulla con siete puertas a cada lado saltando por un barranco, o un estéreo hundiéndose en un mar, muy surrealista era eso sin yo saberlo.
Coleccion enfermiza de muñecos de Mario, pasión sin fondo. Sujeto repetitivo que alimenta una manía sicológica de recompensa.
La gente grande a la que le gusta coleccionar juguetes de anime o de superhéroes son un ejemplo del gusto por algo, porque aman sus series animadas con las que se identifican, desde este punto muy simplista se sienten conectados a ellos por el consumismo llegando a valorarlos por una afinidad directa e inducida, por una emoción que apareció en la infancia. Así con todo este viaje desde niños a adolescentes es como muy probablemente podamos entender también el impulso por el arte moderno desde quien lo consume y como se identifica con él,; en el consumo de los juguetes coleccionables con trazas de primitivismo lúdico alimentado por el juego recreacional.
Damien Hirst, el señor que hizo con este tiburón lo que hacen los coleccionistas con las mariposas.
El arte moderno tiene un tono que se interpreta con ojos infantiles, indefinidamente visto como juguetes. Para quienes no entendemos al artista extremo que crea arte contemporáneo conceptual con trazas de psicopatía, tal cual los psicópatas que recurren a simbolismos creados por ellos mismos para identificarse y matar a sus víctimas, ellos sólo recurren al instrumento, juegan con él y lo sodomisan como cuando yo de niño jugaba desmembrando una cucaracha bajo una lupa, cosa que sólo hice una vez, no estaba tan loco. O sea que los objetos cobran sentido sólo para ellos mismos, los artistas y su abstracción concentrada en los objetos sin una emoción social que los valore.
Así hay que entender al que consume este arte, preguntándonos sí aquel entiende el lenguaje del otro. O la relación entre el apreciador del arte y el artista es la misma, tal como un cazador deportivo que cuelga sus trofeos de la pared los aprecia como un objeto de contemplación y espere que denote ser algo más que un animal muerto como en el caso de Hirst.
Lo que ocurre con esta elección de sujetos en el arte moderno es que pone en presencia animales, cosas, tabues y construcciones que no son comunes para el hombre diario, cosas cotidianas que siendo transportadas a los museos modernos pretenden representar un impacto emocional; por ejemplo un matadero de reses, la muerte todos los días es común allí, una morque, un vertedero de desperdicios, cosas que el hombre ya educado en la modernización esta ya acostumbrado a lo plástico y limpio y que en un museo despierta su primitiva condición desnuda y vulnerable.
Pero todo este arte supuestamente moderno no es arte, no contribuye en elevar o expandir nuestra conciencia y sensibilidad, se queda en el punto infantil de la infancia, donde nuestras emociones no habían madurado al grado de complejidad que exige la inteligencia.
Pero, por qué llegan tan lejos los extraños y extremos conceptos del arte contemporáneo. Por la inversión de dinero invertida en ello. El arte de marca, encerrar un concepto y venderlo. Quizás, digamos que sí, pero todo en las esferas del mundo diario se mueve de esa manera, la religión, la medicina y en efecto los gobiernos, por los medios del mercado y sus conceptos también abstractos al pertener a la cúpula de las ideas.
Zapatillas, objeto práctico llevado innecesariamente por la tecnología, la moda y el diseño a verse futurísticamente indefinible.
El asunto es quién pone el concepto en alto. El valor subjetivo del arte actual es su diferenciación del pasado, porque invita a un pensamiento futurista, he ahí el porqué de la inversión de matiz comercial con el que se le maquilla; proponen una idea mental abstracta de un contenido en el futuro, aún no explorado, tal como la aplicación de diseños novedoso en la tecnología como en las zapatillas, que pugnan por mostrarse audaces, futuristas y poco convencionales. Mientras contrariamente luchan porque la moda y trending que lo creo no la oxide y la haga innecesaria y muera en su corto tiempo de consumo.
El arte moderno aunque es un arte del momento y de la época, y en nuestro caso el del presente esta hecho de lo esta generación tiene frente a sus ojos…objetos, pero objetos que representan su tiempo, como lo fue un Warhol, sólo objetos, sin un origen emocional.
La tecnología es la madre del arte contemporáneo
Y es la que da sed a los artistas para crear, junto a la industria de consumo en el packeging (identidad física y filosófica para el mercdeo que diferencia un producto del otro) y sus objetos de cartón y plástico. Aunque no lo veamos así, todos los días consumimos una clase diferente de arte debido al extensivo uso de las gráficas y el lenguaje del diseño. El asunto es que lo sentimos en su sutileza y se va al subconsciente disfrazado de funcionalidad vistosa y elegante mezcladas con arte. El diseño artístico es obligatorio en el campo del cine y de los videojuegos, las obras del empaque y la diferenciación, seductora, por el producto que porta; su intrínseca cualidad «humana», pero sin emoción más que le de la saciedad de hambre.
Así empezó todo este asunto de los materiales de la era moderna para crear arte, con Duchamp y su tasa para orinar.
Los materiales también han hecho del arte de hoy lo que le da valor. El jugar con elementos y formas no tradicionales para crear intereses abstractos en la plástica crea más sujetos nuevos para elegir y crear, pero con la excusa abismal de sistetizarlos sin conexión emocional, sólo palabras y títulos inconexos, diferente pretensión a la de la mitad anterior del siglo pasado, la cual era más artesanal, sin ayuda computacional ni de manufactura, aún había que utilizar muchos recursos mentales y herramientas en el objeto para culminar su creación y había que tener como valor añadido una determinación, la cual daba peso a la intención del artista de sacar vida a su creación, mas hoy tenemos muchos procesos que desconectan al artista del objeto haciéndolos muy impersonales.
Desaparece el autor individual ¿Quién se expresa?
Instalación de luz del Artista David Scognamiglio, cuya atracción son luces siempre reflejadas en el agua.
Parte del arte moderno es esto, la falta de contacto con el artista; y el arte es contemplado incluso por su creador, lo que nos hace cuestionar sí el concepto de arte ha cambiado a tal punto que sólo pertenezca al observador. Un espectáculo para todos sintetizado, y hecho bajo el concepto del artista y guiado por él. Quizás la función del artista contemporáneo sea la de advertir lo inadvertido y transformarlo en arte, algo que ya pertenece a todos, pero de lo que no nos hacemos conscientes, tanto como la contemplación de la naturaleza, llevar un extracto de ella, de sus fenómenos y convertirla en arte propio. ¿Será que el artista contemporáneo no será más que un advertidor de que hemos perdido la habilidad de contemplar?
Por otro lado ha emergido otro arte, el de hacer física la semántica poética en objetos tridimensionales cuyo peso e inspiración tiene referentes al surrealismo Dalístico, que en sí explora mejores expresiones representando fuertes elementos oníricos. Aunque esta floreciendo este arte tridimensional es extremadamente positivo por hacer alcanzables los recursos físicos que está creando la industria casera del 3D printing y los cortadores láser.
El arte contemporáneo se valoriza por sus técnicas.
¿Puede la arquitectura considerarse arte moderno? Muchos proclamados artistas son arquitectos y su arte se elabora con técnicas con una inventiva muy metódica en su elaboración lejos del espontáneo arte tradicional. La arquitectura es unidireccional e individual, es consumo y el arte es más universal. En tanto los límites de la arquitectura están en la estructura, la repetición y la repetición cae en la inmovilidad y la forma sólo logra ser despertada por el color y la deconstrucción en habitáculos no habitables. De modo que la arquitectura como arte se limita a las grandes intenciones de estructura monumental.
El arte de los objetos
Ingenio VS Pereza, dos artes creados con desechos plásticos.
Por esto es que pensamos en si el arte que consume el cliente del arte moderno lo hace desde ese valor, el decorativo o si nos limitamos a defender el arte que conlleva emociones el cual se define por su connotación sensorial y vemos que el descomunal contraste es muy alto. Aunque no lo pensamos mucho, el arte tradicional es en realidad el reflejo de la tecnología de su época y los artistas de hace dos siglos atrás tenían la habilidad y el tiempo para representar el mundo específico que experimentaban y eran más sinceros en sus conceptos sin disociarse de otras ramas como la literatura o la poesía, pero el arte moderno se ha divorciado de todo aquello.
El arte actual siendo moderno lleva demasiados clichés, producto de nuestro contacto con el consumo y el ya dicho asunto lúdico con el que crecímos, o sea tenemos un vasto repertorio de plástica inútil circundante para convertirlo en un medium para crear arte, porque en sí el arte contemporáneo se trabaja sobre sí mismo, su época y su consumismo, Quizás 300 años más adelante los mediums y el entendimiento del arte sean imcomprensibles sobre este arte moderno basado en un mundo más digitalizado, y quizás tenga un mayor sentido abstracto y evolucionara a partir de la realidad original que sostiene al arte de hoy.
Bueno, hasta aquí termina mi percepción de lo que es el arte contemporáneo, por culpa de leer tantos libros de Salvat relacionados al arte cuando era pelaito de cosas que en esa época no entendía (8 añitos), porque estaban escritas en un lenguaje muy complicado y que me hacía disque comprender lo que leía, y me ha ayudado a escribir así como intelectual de vainas que ni yo entiendo pero que me las creo, así como los políticos que nos hablan con demagogia en las campañas y creémos que les entendemos. Viva el conocimiento que uno aprende desde la biblioteca de su casa.