En el mundo todo cuesta, coges un par de dólares y te compra algo que vas a usar, pensando que es para ti y ya en tus manos aunque no lo pienses de un momento a otro puede tener otros destinos y caer en manos ajenas y todo sin remordimiento de tu parte, ni del que se quedó con tu asunto, sea prestado u olvidado, al final a nadie le importa donde caigan o que te lo regresen.
Los cigarrillos
Pasa un blanco ahí fren…pidiendo cigarrillos y ni se conocen…
Primero que todo yo no fumo, pero veo a esos manes que se compran su paquetón de Marlboro que les cuesta casi 7 dólares y luego pillo como otros manes les van pidiendo y pidiendo cigarrillos sin piedad y no se quejan. Esa es una cosa que veo bien freaky, la confianza que tiene cualquier desconocido en pedirte un cigarrillo, sea en una fiesta o cualquier guin. Eso de pedir cigarrillo y darlo aunque te hayas quedado limpio comprándote esa cajeta es un protocolo de fumador social dond ela ley es «Nunca niegues un cigarrillo». Cuando compres, sabrás que si sales a la calle a fumar, o si saben que fumas, comprarás para TODOS, porque eso no es tuyo, es de todos aunque no esté escrito en la cajeta.
El encendedor
La otra cosa es para los que se fuman su «feeling»…hasta 4 bocas de macho pegadas a una calilla compartiéndo baba sin complejos…no eso no se ve mal. Pero si nos intercambiamos una cuchara para comer en el mismo plato lo veríamos gay y antihigiénico…pero ese no es el tema, sino cuando se pierde el encendedor, siempre se lo lleva sin querer alguien al que le pegó duro el kenton.
El bolígrafo
Por eso es que en los bancos los bolígrafos están encadenados, para evitar el delito de otros. Quedarse con una pluma prestada es un fenómeno duro de explicar. ¿Por qué un bolígrafo y no una cuchara, un celular ajeno o un vaso? La del celular es difícil, nadie suelta esa vaina. Mi única explicación es antropológica. Es un instinto residual de cuando a lo mejor los hombres andaban con lanzas en las manos buscando su sustento en tiempo de cacería, y firmar cheques en el banco despierta ese instinto de agarrar varas.
El USB
Memorias flash huérfanas y olvidadas que se han acumulado en un internet café
Cuando me compré mi primera memoria portátil de USB era de 1 GB y me costó 49 dólares. Nunca se me perdió, la boté porque se me dañó. Eso fue hace 10 años, hoy son de casi 100 GB y cuestan barato, y tengo hasta 3 rodando por ahí de las que no soy dueño de ninguna. Ya a nadie le da miedo que se le pierda esa vaina y el que se la encuentra la regala. Eso de regalar USB hoy es obsoleto. Porque todo estará en la nube. Y a la azotea tuve que subir porque ya venían las nubes.
Las horquillas del tendedero
Fuiste al tendedero llevando 24 horquillas y te regresas con 30. ¿Cómo fue esa vaina? Otro día regresas con las 30 y te vas con otras 2 de más. La cosa es que en el tendedero la gente coge la horquilla de quien sea y se la encaleta en su poder, se la roba a la ropa ajena tendida y nadie se molesta, al final la cosa es que sirvan. Dejé todas mis horquillas en un potecito de plástico en el tendedero y al otro día ya no estaban, empezaré a robarme las de otro de dos en dos.
El paraguas
Ese chéchere que nos incomoda sacar a la calle sólo porque el clima anda loco es el objeto más perdido del mundo, la gente lo deja en las paqueteras, en las esquinas de los baños públicos al ir a orinar, en los bancos después de usar la caja, en las mesas de los restaurantes -porque el cerebro estas ocupado haciendo digestión- y encontrarte uno en un bus te pone en un dilema, ¿A quién se lo devuelvo? Pero cuando empieza a llover te sientes el más afortunado de la tierra con tu paraguas nuevo.
La bola de Baloncesto o fútbol.
Tengo una bola de Basket flateada que no sé de dónde salió en mi casa, y varias de juguete, de esas que huelen a fresa. Aunque yo no practique nada de esas vainas la pregunta es. ¿Cómo llegan, rodando?
El libro que prestaste y no querías prestar
Yo he pedido prestado libros que le han costado su dinero a la gente, incluso me prestaron unos cómics españoles de colección de los que soy fanático, pero los devolví ante la angustiante preocupación del dueño. Quien no tenga un libro que alguien le prestó en su casa es un mentiroso, perdón….un inculto que lo único que ha pedido prestado en su vida es…
El Periódico
Es tan gratis que el Metro lo regalaba ¡Hey! ¿Ya no lo regalan? Pobre del periquito de Laura, ya no tiene como cagarse en las noticias. Cuando te montas a un taxi, se lo puedes pedir regalado al taxista, o regalarlo tu cuando ya le quitaste la sección de empleos. El periódico es hermano del cigarrillo mañanero, junto al café gratis que te trajiste del banco para sentarte afuera de un restaurante de cualquier área vieja de la ciudad con tu estomago vacío haciendo tu mañana de gangster al estilo de los años 40’s.
Los centavos
No se sabe a ciencia cierta si hacen falta, se los tragan los bolsillos, o hay demasiadas fuentes de los deseos exterminándolos. Ya es una cultura panameña que nos desprendamos de ellos, porque tampoco pertenecen a nadie. Antes eran odiados, hoy son un motivo de solidaridad y humildad. Ante su escasez podemos regalarlos imitando la dadivosidad con que los empacadores del super se ganan una medalla diaria completando el total de tu compra con los de ellos, y si no hay centavos la que en su misericordia te perdona es la cajera. El centavo une a Panamá.
Hasta aquí parqueamos…preguntándonos que otras cosas uno se compra, le llegan gratis, se pasan de mano en mano y al final no son de nadie. Las novias y novios no cuentan como me dijo un fren por ahí, estamos hablando de cosas, no gente. Chao bacalao guizao.