Cosas curiosas de la gente en el Templo del Cielo en Pekín.

Aquí la tropa de HeragTV se fue a China, y lo primero que hicimos, aún con las medias frías del viaje en avión de 12 horas y donde se nos olvidó que teníamos nalgas, fue bajar y visitar este monumento ancestral que una vez fue ciudad de emperadores y que hoy es un histórico y concurrido atractivo turístico de China. Así empieza el tour, 30 Yuanes y un boleto perforable para entrar al Templo del Cielo en Pekín que cuenta con 5 paradas de interés y la principal el mismo Templo del Cielo. Como todo turista mirón empezamos a echarle click a todo lo que no se veía bien o no hacía buen contraste con nuestra mentalidad importada de Panamá.

Pleno mediodía, y 3 grados de brasas más que en Panamá que con 27 grados y ya nos duele. No por el gusto en China el sol aparece en el cielo dos horas antes que como lo hace en Panamá, así que el sol pega duro y de primero. Hablemos de lo que encontramos camino hacia el templo, entrando por el parque, que es una larga vereda de baldosas de piedra, en ella observabamos a cada ciudadano compartiendo nuestro rumbo con los más raros atuendos y parapetos encima…nadie vestía igual, ellos se visten como les salga del forro y la influencia del sol es la única razón que les ha hecho cambiar sus modas. A lo lejos sólo alcanzabamos a verle un pedacito a la cúpula del templo, en la conchinchina extrema del parque. El Templo está hecho de madera, sí porque después nos dimos cuenta de eso, también de sus barandas de mármol y sus escalinatas, no se decepcionen, hechas de caucho sintético, no todo podía ser ancestral pues, China no desaprovecha nada.. Y en el recorrido, fotos…
LLevar paraguas, digo parasoles, me corrigieron acá, es tan común como usar mascarillas para que los espíritus del aire no se te mentan en el cuerpo y te causen una neumonía por el alto nivel de monóxido de carbono flotante.

En calzoncillos en la vía pública. Eso sólo lo hacías acá si tenías menos de 2 años, pero allá son tan open «Cabrón sol» mind, que ni les importa. Y el papá con la ropa del chiquillo en la mano.

Las mujeres chinas, por ser muy palidas le temen al sol, no quieren andar de tres tonos de color como todo el mundo. Estos atuendos «tápalo todo», esos guantes de brazo entero y esos sombrerones las tienen igual de envueltas que un «wrap» de pollo de El Rey. No hay pellejo que enseñar, pero hay otros cuyo desbordante «sex appeal» les tiene enseñandolo todo, y son estos…

Este es Hing Chao Pang, y así a lo mili andaba enseñando el buda que tiene dentro. Pura risita porque le estabamos tomando foto.

En el camino hacia el templo habían largos pasillos para calmar el calor, así que sobraban lugares donde parquearse para evitar quedar como pan tostado…

..aquí una mega-pagoda, el Salón de la oración para las buenas cosechas que es la parada obligada que hay que atravezar para llegar al Templo del cielo. Aquí en esta hectárea hay buco sol, cero brisas, y cero playas, pero sí un bronceado perfecto.

Vimos otra muchacha más, engrapada en algodón hasta las orejas. Eso de andar en modo «nadie me conoce» es prohibido aquí en Panamá…es un deber ciudadano mantener tu identidad en público, quítese eso o me la llevo presa.

Otro aquí…enseñando lo que al sol le gusta, barrigas…

Así se viste la señora Tang Toa Tapang. Estas maneras de vestir son culpa del sol, lo bueno es que también le sirve para vigilar a su marido si anda en trampa.

Llevan a uno preso, nadie sabe qué hizo en la parada después del templo que se llamaba algo así como el salón de las comidas y bebidas, donde es prohibido pasar del cerco y sentarse en un trono que había ahí, pero nadie preguntó por qué se lo llevaban. Debió ser un crimen moral porque si hasta un flaquito le puso orden aplicándole llave de detención al buay, por algo debe ser.

Seguimos con esto de sacar la panza afuera, porque eso allá es de lo más normal. Llegamos hasta el templo dedicado a orar por las cosechas o sea, la comida. Ya sabemos por qué Sing Quin Tsé-nah se soba la panza así.

En el templo de las cosechas se estaba tomando fotos una pareja nupcial, de la misma forma que en las bóvedas las parejas se toman fotos felices en el mismo lugar donde petatearon a Victoriano Lorenzo y otro combo de muertos. El templo del cielo fue reconstruido dos veces tras sublevaciones e invasiones, lo que nos dice que muchos muertos deben haber caído aquí.

Y como el sol y no el cielo sigue siendo el protagonista de esta odisea llegamos a nuestra última parada siguiendo a la gente y no al ticket porque estaba en chino hacia el Altar del Montículo circular, donde se hacían sacrificios de animales para bendecirlo todo, y el animal especial era el buey. Así que aquí también una vez corrió mucha sangre mientras nos taquilleamos tomándonos fotos y selfies.

En la última gran puerta, ahí nos detuvimos y nos fuímos por el camino del parque de Tiantan que da a la salida del este. El parque estaba cerrado al pueblo porque era parte del templo, hasta que en 1912 tras la caída del último emperador ya se podía merodear por toda su extensión.
Así termina nuestro tour con una larga muleada cruzando el corredor hacía la piedra de las siete estrellas hasta la salida del lado este para de ahí llegar a la terminal del metro. Calor, agua embotellada, pinos altos, pero para enanos (porque no podías pasarles por debajo), mujeres tapadas, hombres destapados, así fue un día en el Templo del Cielo en Pekin. Mañana les traeremos un artículo de lo que vivímos en nuestra subida a la Gran Muralla China, de la mano y pluma, digo teclado de El Simio Biónico. Chao gente!